poesia

Elegir mi paisaje

POESIA CLETERA

Nosotros, los sembradores
Compañeros, amigos, se cruzan hoy
nuestros caminos
no cesaremos
de pedalear
nos hermana la vieja causa
de los comprometidos
los que nunca flaquearon
ni dejaron de andar
somos cientos de miles
los que mirando a la cara
aún solemos hablar
los que cambiando nosotros
seguimos creyendo
que al mundo podemos cambiar
pues cuando cesen
los viejos hombres
mil de millones
nos seguirán
por las calles del mundo
henos miríada de voces
cantamos de una política
de segundo orden
nosotros poetas
ciudadanos del mundo
seamos el Hombre que despierta
de esta desidia abismal
seamos volcán que intrauterino
sacuda hábil y transmute 
esta global fatalidad
para que así cuando cesemos
nosotros viejos, por nuestra grey
millar de millones
podamos ser.
Compañeros, amigos
nuestros caminos
se cruzan hoy
hemos sido llamados
a contar la Historia
de los días que vendrán
henos aquí convocados
a trascender el odio
que es tan hoy día habitual
salgamos juntos
a pedalear, a marchar
por la humanidad
porque está llamado
a sembrar futuro
nuestro seguro andar
compañeros, amigos
pedaleros, estudiantes
sigamos siempre adelante
porque de nuestras banderas
y de nuestras quimeras
que hermoso futuro
habrá de brotar,
pues hemos sido aunados
el día de hoy convocados
a no dejar de sembrar.   






Si pudiera elegir mi paisaje 
de cosas memorables, mi paisaje 
de otoño desolado, 
elegiría, robaría esta calle 
que es anterior a mí y a todos. 
 

Ella devuelve mi mirada inservible, 
la de hace apenas quince o veinte años 
cuando la casa verde envenenaba el cielo. 
Por eso es cruel dejarla recién atardecida 
con tantos balcones como nidos a solas 
y tantos pasos como nunca esperados. 
 

Aquí estarán siempre, aquí, los enemigos, 
los espías aleves de la soledad, 
las piernas de mujer que arrastran amis ojos 
lejos de la ecuación dedos incógnitas.

Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte, 
hojas secas, bocinas y nombres desolados, 
nubes que van creciendo en mi ventana 
mientras la humedad trae lamentos y moscas.

Sin embargo existe también el pasado 
con sus súbitas rosas y modestos escándalos 
con sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera 
y su insignificante comezón de recuerdos.

Ah si pudiera elegir mi paisaje 
elegiría, robaría esta calle, 
esta calle recién atardecida 
en la que encarnizadamente revivo 
y de la que sé con estricta nostalgia 
 el número y el nombre de sus setenta árboles. 



Benedetti

Defensa de la alegría


Defender la alegría como una trinchera 

defenderla del escándalo y la rutina 

de la miseria y los miserables 

de las ausencias transitorias 

y las definitivas 


defender la alegría como un principio 
defenderla del pasmo y las pesadillas 
de los neutrales y de los neutrones 
de las dulces infamias 
y los graves diagnósticos 

defender la alegría como una bandera 
defenderla del rayo y la melancolía 
de los ingenuos y de los canallas 
de la retórica y los paros cardiacos 
de las endemias y las academias 

defender la alegría como un destino 
defenderla del fuego y de los bomberos 
de los suicidas y los homicidas 
de las vacaciones y del agobio 
de la obligación de estar alegres 

defender la alegría como una certeza 
defenderla del óxido y la roña 
de la famosa pátina del tiempo 
del relente y del oportunismo 
de los proxenetas de la risa 

defender la alegría como un derecho 
defenderla de dios y del invierno 
de las mayúsculas y de la muerte 
de los apellidos y las lástimas 
del azar 

y también de la alegría.



Mario Benedetti






Viaje  (19/09/03)

Belleza rustica
Camino sinuoso y estrecho
Cultivos de vida, cosechas de felicidad
Desafiante y empinada nos observa

Cabezas pensadas que apretadas se sumergen en el hierro
No comprenden la dureza de la simpleza
Excelso y agreste paisaje fascina, pero uñas con mugre desconcierta

Algunos semejan inocua rumiante
Impávida ante los invasores

Aquellos que no comprenden el lenguaje natural de los delicados movimientos de la tierra
Artificiales con sus periódicos, sillas
Artefactos facilitadores
Que interrumpen mi relato.


Franco Contreras






Un hoyo de verdor donde un arroyo canta y fija, alocado, en la hierba jirones de plata;
Donde brilla el sol de la montaña:
            es un pequeño valle donde la luz ríela.

Desnuda la cabeza, boquiabierto, un soldado, con la nuca sumida en fresco berro azul, duerme en su lecho verde, tendido bajo el cielo sobre la yerba pálido, donde llueve la luz.

Los pies en los gladiolos; duerme sonriente como un niño enfermo que estuviera soñando.
Naturaleza mécelo, con calor: tiene frío.

Los perfumes no hacen tremolar sus aletas; tranquilo duerme al sol, la mano sobre el pecho:                   Hay un rojo agujero en su costado derecho.

 Arthur Rimbaud
Octubre  1870









Inexplorada sensación

Las letras del vate no alcanzan la excelsa belleza natural,
Esa que desborda entre noches de estrellas y sombras sugerentes,
Las que sin vacilar flanquean el frágil aliento de la poesía.

Entonces minúsculos habitantes de la oscuridad se alzan sobre la metáfora con leves
movimientos de  nariz, ojos perdidos y expresiones faciales invisibles que  revelan sus pequeños veredictos sin  razón


Solo un segundo y la antena lateral izquierda se alza sobre la increíble fisonomía de tu complejo ser,
Tres patas hacia arriba
Cuatro hacia abajo


Indómita y constante,
Conocer tu secreto quiero,
Ese que es también mío
Permite ingresar en la danza estelar de tierra, agua y aire.

Tus centinelas acosan la incansable búsqueda,
Tocan las piernas,
Luchan por conquistar una pluma,
Las líneas brindan refugio. Tu observas,
                                                                 segura, 
                                                                             tranquila
                                                                                             ESTAS EN TODO

 Salvaje licor de gargantas amarillas, las rocas hablan.
Liquido de yerbas, aroma silvestre, vida fecunda.
Calidez de piernas en la cintura, placer nocturno de sueños con lujuria.
Seguiré esperando a que reveles tu secreto, escuchare tus rumores y atento seguiré cada uno de los movimientos de tu ser.

La palabra nunca descansará y será testigo como es el zorzal al madrugar.



Franco Contreras 13/02/2005